sábado, 10 de diciembre de 2011

Crónica de una Muerte

Imagen de Sopor Aeternus & The Esemble Of Shadows

Esta noche desperté sobresaltado por el lúgubre silencio que albergaba mi hogar. Lentamente abrí los ojos notando la penumbra que invadía mi habitación, de pronto un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, la sensación de pesar y amargura había poseído mi ser. Como un cuerpo sin vida que camina en soledad me dirigí a la puerta, sigilosamente la abrí y comencé a bajar las escaleras hacia la oscuridad que me llamaba, que me gritaba, que me tomaba por la mano y me conducía a mi locura.

En mi sala de estar comencé a ser atacado por recuerdos e imágenes que alguna vez significaron felicidad y dicha, sin embargo aquellos fantasmas solo aumentaban mi nostalgia y mis ganas de desparecer de una realidad tan ambigua y desolada, en la que los truenos y las nubes de desesperación decoraban aquel paisaje muerto y estéril representado en el mural de mi alma.

De un momento a otro mi corazón comenzó a latir más rápido, mi vista se nubló y la lluvia calló sobre mi morada. Unos sonidos ininteligibles llegaron a mis oídos, y mis tormentos terminaron de clavarse en mi corazón. Ellos habían llegado para buscarme, ellos me querían. Mis cuadros cayeron, mis botellas de vino fueron aventadas con violencia contra el suelo, y tres figuras aparecieron, caminaron lentamente hacia mí.

La luz desapareció, los colores se desvanecieron, el blanco y el negro se apoderaron de mi vista, aquellas tres figuras comenzaban a desmembrar mi ser, haciendo insoportable mi pesar, y acumulando de manera efímera y confusa todas aquellas sensaciones que me envenenaban desde hacía años. La inseguridad, el egoísmo y la soledad, habían llegado, mis demonios finalmente venían a cobrar mi deuda.

La inseguridad fue la primera en acercarse, haciéndome recordar todas aquellas situaciones, en las que me negué a salir adelante por el simple hecho de sentir aquel vacío que te retiene a la hora de actuar. Esta figura comenzó a susurrar a mi oído diciendo: "He estado contigo y ahora, en tus últimas horas te recordaré todo lo que dejaste de hacer, y te mostraré todo lo que nunca pudiste tener".

Seguidamente se aproximó el egoísmo, aquella sensación de mezquindad se apoderó de mí, oscureciendo mi alma, al igual que una fruta se pudre con el tiempo. Mi espíritu comenzó a desprender un olor fétido de carne en descomposición, pues la semilla del odio plantada en mí finalmente dio su fruto. La figura con voz grabe se pronunció: “nunca quisiste compartir con alguien tu preciado tiempo, ahora no tienes nada que compartir, tu tiempo ha llegado a su fin”.

Solo quedaba la soledad, el más terrorífico y malvado de todos aquellos fantasmas que se encadenan a la vida de cualquier individuo. Esta comenzó a acercarse con paso lento, llenándome cada vez más de aquella melancolía que me consumía. al estar frente a mi, la horrible silueta, me miró con sus ojos vacíos de maldad y me susurró: "Ahora solo yo te acompañaré en tu muerte, nunca amaste, y nunca hiciste un sacrificio por nadie, ahora cosecha las tempestades que has sembrado".

Al reunirse los tres frente a mí, mi mente se llenó de pinturas, versos y frases escupidas por mi imaginación, en caprichos artísticos de un pasado lejano de desilusiones y paradojas emocionales que solo daban vida a fracasos definitivos. Guerras, hambre, amores aniquilados y escenas de extrema violencia tomaron mi quebrado espíritu haciéndome viajar a los tormentosos escenarios que solo habían existido en mi oscura imaginación.

Entre negaciones, y aullidos de dolor golpeé mi cabeza para calmar el sufrimiento que aquellos personajes me inyectaban sin remordimiento. Comencé a rasguñar el suelo en el que yacía, mis dedos comenzaron a sangrar y unas intensas nauseas golpearon mis casi extintas fuerzas: ¡OH! ¡Que dolor, que tristeza! sentí en aquél momento, mi cuerpo comenzaba a jugarme sucio y buscaba expulsar de una vez a mi tan atormentada alma.

Con un último aíre de fuerza, pude levantarme, atravesé a mis visitantes, y busqué mi escopeta en el sótano. Y aquí estoy sosteniéndola, esperando al momento justo para acabar con mi sufrimiento, el que nunca dejó de crecer, y que con el tiempo envenenó mi ser, estoy tomando el cañón con mi mano, lentamente lo pongo en mi boca y…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó sobretodo el inesperado final! Eres un duro escribiendo. :)

DRK. dijo...

Me alegra que te haya gustado, apenas comienzo a escribir en este estilo! Graciaaaass!!

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