Cuando
uno es un usuario frecuente del transporte público venezolano es fácil imaginar
varios escenarios posibles dentro de alguna de estas unidades. Al subir a una “camionetica por puesto”
existen una infinidad de situaciones que pasan por nuestra mente, un robo, un
vendedor informal que ofrece sus productos a precios muy bajos, o alguna
agrupación de hip hop que busca crear consciencia y llevar la palabra del
señor. Sin embargo qué me dirían si les cuento que en este relato (totalmente real) los personajes pintorescos
son tres locos que conversan entre ellos y que por alguna razón notaron la
presencia de este narrador.
Eran poco
más de las dos de la tarde cuando me encontraba esperando la camionetica que me
llevaría a mi casa. Luego de unos minutos esperando, observo que una de ellas
está llegando. Al pararse frente a mí, subo las escaleras y noto que está prácticamente vacía, conté unas seis o siete personas. En
las primes filas se encontraban dos mujeres muy cómodamente sentadas que gesticulaban de manera algo
frenética mientras un hombre sentado en los asientos de al lado las escuchaba y
participaba con algún comentario en la conversación. Al principio no les presté
mucha atención y simplemente salté la pierna de una de las mujeres, que se
encontraba obstaculizando el paso del corredor central del vehículo.
Ya
sentado, y mezclado con los pasajeros de
las parte de atrás de la camioneta me preparaba para un viaje común y corriente
hasta mi casa. En ese momento la conversación de estos tres personajes llegó a
mis oídos. La mujer sentada al lado de la ventana comienza a decirle a la otra:
“…oye yo a veces sigo escuchando al diablo, ya no tanto como antes pero de vez
en cuando me habla, yo ya no le paro bolas y me deja tranquila” al escuchar
este comentario una mueca de gracia se asomó en mi cara (GRAVE ERROR). El
hombre sentado al lado de las mujeres me vio, fijándose definitivamente en mí.
Dedicándome una mirada de pocos segundos el sujeto me pregunta: “¿Estás
hablando solo?” (Mientras yo sacaba mi celular para intentar desviar mi
atención hacia otra cosa), a lo que yo respondo: “No, simplemente voy a mandar
un mensaje y me acordé de algo…” y por ahí comenzó la cosa.
Un
interrogatorio había comenzado: “¿A qué te dedicas?” (Estudio) “¿Qué estudias?”
(1er dato falso: administración) “pero tú eres joven tú cédula debe comenzar
por 19 millones” (2do dato falso: 23 millones) “Eres jovencito, 25 años tienes
entonces” (3er dato falso: tengo 24) “Estuve cerca entonces!”. Mientras más
preguntaba más lo observaba y notaba características de este personaje, sin
dientes centrales, pelo gris con algunas secciones aun negras, le calcularía 1.80 m y contextura fuerte, vestido con jean y
una sudadera negra, sin camisa. “cuéntame, ¿Y cuando te gradúas? (4to dato falso: El año que viene) “Ahhh muy
bien, yo voy a estudiar derecho, ahora en dos años, cuando salga del manicomio”
(En ese momento pelé los ojos y terminé de entender en la real cagada en la que
se había convertido este viaje que debía ser cotidiano, solo hubo una frase que
apareció en mi mente: ¡Mírame esa cagada!”
En esta
misma tónica la conversación (obligada) continuó y descubrí que una de las
señoras al lado del sujeto en cuestión era según él “abogada”, y que el hermano
del hombre manicomio trabajaba en un helicóptero (A mi mente llegó el nombre
del famoso locutor del helicóptero rojo: Renato Yánez). De repente el hombre
manicomio comienza a intentar adivinar mi personalidad, que si me gustaban los
libros, investigar y si tenía lo que él llamó “el don de deducir las cosas”. Sintiéndome
incómodamente alagado le seguía la corriente mediante respuestas cortantes que
dejaran la conversación hasta ahí. Fue imposible.
En un
momento dado un señora,(clásica habitante del cafetal) toda arreglada y con una
pollina muy característica, le pidió al hombre manicomio que se callara pues ya
estaba fastidioso. El hombre dio un brinco desde los primeros asientos en los
que se encontraba hasta el que estaba justo frente al mío, acto seguido sacó un
gato con no más de un mes de nacido y me lo arrojó a mi regazo (sí, un gato ¡Me
lo tiró!) obviamente me encontraba desconcertado me hubiese imaginado muchas cosas
¿pero un fucking gato? No lo vi venir. El hombre con sus dos únicos dientes mucho
más cerca que antes, me decía: “anda, tócalo, ya lo “despulgué” y está bañadito”,
esto mientras lo tomaba y lo paseaba por mi cara, yo por mi parte intentaba
esquivarlo. “Pero no le tengas miedo” decía, “Míralo ¿A qué te huele?”, yo
bastante preocupado le decía: “A limpio, champo” respuesta que causó una gran sonrisa
desdentada.
El
interrogatorio se reanudó y por algún motivo, mi perplejo razonamiento en una
milésima de segundo mencionó que practicaba artes marciales (FUCK!!!). El pana,
explicando que era cinturón negro 2do dan en Karate do, procedió a explicarme
como se daba el golpe, mostrándome sus nudillos (que no lo puedo negar,
delataban que sí había practicado artes marciales) hizo demostraciones de la
técnica y comenzó a golpear el aire mientras yo esquivaba sus manos que se
dirigían a mi cara, sin fuerza, sin
embargo tampoco quería que el hombre manicomio tocara mi cara… creo que esto es
perfectamente entendible. En ese momento comenzó a sonar Shakira y las mujeres
comenzaron a bailar… y cantar, la conversación sobre la voz del diablo ya había
acabado.
En ese
momento decidí que era hora de bajarme, casi dos cuadras antes de mi parada,
pero ¿me importaba? Ahhhhhh, no, no lo creo. Poniendo fin a nuestra conversación
me dirijo al señor sonrisas del manicomio y le indico que esta era mi parada,
el hombre me dio paso despidiéndose amablemente. Me levanto, doy dos pasos y
escucho detrás de mí “¡Estudia carajoooo!” (dos palmada muy fuertes en mi
espalda), “¡Gradúate nojodaaaaa!”, exclamación seguida de una muy fuerte
nalgada… si, nalgada. Comprenderán que al bajarme de la camioneta realmente no
sabía realmente lo que había sucedió, “¿Una nalgada? ¿En serio?” me preguntaba
mientras me sobaba... sí, una nalgada para despedirme, sin dudas me graduaré,
eso es seguro.
Y así
terminó ese viaje, con una terapia y una nalgada motivacional, de nuevo¡Míiiiiirame
esa cagadaaaa!