miércoles, 30 de marzo de 2011

El Pueblo de los Enanos

He decidido sacar una nueva sección que relate las distintas situaciones que se presentan en un pueblo mágico de enanos en donde la valentía, las borracheras y los ataques de cólera de su líder darán pinceladas de surrealismo a estas fantásticas narraciones.

Se acaba la Minga

Érase una vez, en una región lejana habitaban pintorescos personajes que cantaban melodías a toda garganta mientras se dirigían a su lugar de trabajo. En los caminos que atravesaban el bosque era muy común oír su melodía y aquellos cánticos de valentía, hazañas, borracheras, peleas, bares, peleas en los bares, obscenidades y un sin fin de temáticas que en este momento no vienen al grano. Estos senderos llevaban a una infinidad de sitios mágicos en las profundidades del bosque. Durante los recorridos de los enanos varios curiosos se asomaban a observarlos en su caminar, entre ellos se encontraban siervos, liebres, mapaches, canarios azules, chigüires, osos grizzli, jirafas, pingüinos y osos polares.

Un día el enano más grande de todos caminaba dirigiendo la fila de pequeños trabajadores quienes comenzaban otra dura jornada de trabajo. Su nombre era Mirko, y con expresión preocupada pensaba sobre las dificultades que su pueblo enfrentaría cuando la fuente de su economía se agotase. Era una realidad que desde hacía más de trecientos años el pueblo de los enanos vivía del cultivo de una planta a la que ellos llamaban “Minga”, de esta planta se extraían las hojas y eran vendidas a los pueblos de las ninfas, de los humanos y de los minotauros. La preocupación de Mirko había comenzado un mes atrás cuando notó que la tierra estaba seca y comenzaba a tomar un color grisáceo. El verdadero problema vendría cuando tuvieran que encontrar unas tierras aptas para el cultivo de la minga.

Hasta ese momento Mirko pensaba que era el único que se había dado con este descubrimiento, sin embargo uno de los enanos más problemáticos del pueblo también lo había notado, Willox Lamar Aleisis, el que era conocido por no creer en “naiden”, tener un vocabulario bastante pobre e iniciar peleas por nada. Lamar se encontraba en este grupo pues había sido castigado por las autoridades del pueblo quienes lo habían sentenciado a tres años de trabajo duro en las plantaciones de minga por robar un pony púrpura. Una de las cualidades de este personaje era la capacidad de aprender con bastante rapidez, ahora que había aprendido el negocio tramaba algo que ponía en peligro a esta sociedad de enanos.

Al llegar a la plantación, Mirko organizó a todos los trabajadores que lo seguían en distintos grupos con distintas tareas, como lo había venido haciendo en los últimos años. Cuando terminó con el último grupo Lamar se le acercó de una forma muy sigilosa y en voz baja le preguntó al gran enano: ¿Milko, cuando vas a deciles que esta vaina se acaba el mio? Tu sabe que yo no creo en naiden mayol, si tu los vas a engañal, pues yo no lo voy a pelmitil, ¿oyó? Con gran majestuosidad Mirko se volteo, miró los ojos negros de este irrespetuoso ser con ternura y compresión… respondióle con un puñetazo directo a la nariz, seguidamente el gran líder se abalanzó sobre su contrincante y empezó a darle codazos y rodillazos. Lamar solo se defendía, hasta que pudo sacar su puñal y clavarlo en el brazo de su atacante. Sin embargo Mirko solo se enfureció más, y teniendo ya controlado a Lamar le hizo comer tierra, mientras que le gritaba al oído: ¿Vez que puedes darle un mejor uso a tu boca sucia, traidor? Habiendo dicho esto Mirko sacó el puñal de su brazo, lamió su herida y procedió a cortarle la lengua a Lamar. Luego lo hizo colgar de un árbol para que se lo comieran los cuervos mientras seguía vivo.

Todos en la plantación miraron a Mirko mientras este con la lengua del traidor en la mano, les decía: ¡Que nadie se pase de listo conmigo, desde el día de hoy quien se atreva a hacerme algún tipo de comentario fuera de lugar se las tendrá que ver con mis puños y mi sed de sangre traidora! Y bajando la voz dijo: tal y como le hago a los que se fuman la mercancía sin mi permiso.

Habiendo dicho esto todos los enanos volvieron a sus puestos de trabajo mientras Mirko los observaba pacientemente y se preguntaba: ¿Cómo haría para defender a su pueblo de esta jugada de la naturaleza? ¿Su pueblo podría superar esta prueba?

Esperen a la próxima entrega para saber como Mirko se emborracha y encuentra la solución a sus problemas.

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