viernes, 21 de diciembre de 2012

El momento en que la tierra se detuvo


 Fuente: http://www.descargandolamemoria.com

   Dos seres solitarios caminan siempre por las calles de la misma ciudad, viven las mismas experiencias cotidianas y se enfrentan a cada amanecer con resignación y pesar. Aunque diferentes, cada uno busca algo, día a día se levantan con inseguridad y cada noche cierran los ojos pensando, imaginando y recreando aquello que tanto anhelan.

    Él se encuentra sentado en un banco de la plaza, inmerso en su lectura, esperando a que el día pase rápido pues el ajetreo citadino le resulta intolerable. Tanta gente caminado sin rumbo, estresada y sin tiempo para detenerse a observar… no, no la naturaleza, ni la arquitectura, ni las obras de arte, sino a si mismos. Desperdician su vida en banalidades, preocupados por problemas inocuos que buscan resolver con razonamientos estériles.

     Ella por su parte se encuentra caminando, distraída con todo lo que la rodea, estudiando a aquellos que pasan sin darse cuenta de su presencia. Cómo se visten, cómo caminan, cómo hablan. Todo esto proyecta la vida misma de aquellos que se mezclan sin sentido como sombras en un jardín colorido ¿Qué hacen ahí? Juntos y sin un propósito visible ¿Simplemente seguir la rutina, sin siquiera mirarse unos a otros?

    Para él, es una lástima  que las miradas se pierdan en el vacío y nunca se toquen. Pues como bien sabe, los ojos son las ventanas del alma. Y se pregunta “¿Qué mayor tesoro que poseer una mirada?” Solo una basta “¡Un regalo como éste no puede ser despreciado de semejante manera!”

     En su camino, ella se pregunta cómo es que tantos personajes tan descuidados se relacionan y se demuestran afecto sin tener una verdadera visión. Sin apreciar la belleza de todo, sin apreciarse a ellos mismos. Simplemente no lo entiende.

     Para él, esto no importa, simplemente sabe que las cosas funcionan de esta manera, y ha sido el continuo ciclo de la vida. Sin embargo también comprende que la verdadera razón del por qué esto funciona está totalmente alejada de su concepción.

     Ella entiende que la verdad se encuentra en los corazones de las personas, en sus acciones, y no en sus palabras. Las palabras, como dicen, se las lleva el viento “¡Pobre de aquél que envuelve su vida en palabras! Como que si ellas construyeran una vida de riquezas”… no, no de aquellas riquezas.

     Ambos aunque desilusionados por el contraste de sus vidas con todo lo que los rodea, de alguna manera, muy en el fondo, les reconforta el hecho de saber que la caprichosa razón está de su lado. Pero, e incluso con esto, siempre hay algo que falta, algo.

     Ese día en particular, el camino de su día a día se hizo más largo. Para él, el ambiente era pesado, sin embargo algo hizo que no se moviera. Sin saber qué era, algo les decía que a la vuelta de la esquina el destino les tenía preparada una sorpresa.

     En aquel momento, una alineación planetaria, un cambio en el eje de la tierra, o simplemente la suerte misma, hizo que un evento no esperado sucediera. Él levantó su mirada del libro, ella por alguna razón paró su andar repentinamente, él la vio a ella y ella a él, sus miradas se cruzaron y entonces ese fue el momento en que la tierra  detuvo.

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