Se rumorea sobre la existencia de
criaturas que rondan en la noche, ocultos en las sombras deambulan observando a
aquellos que sin malicia ni astucia caminan a la luz de la luna. Con ojos
inescrutables y palidez mortuoria los niños de la noche se asoman desde su
mundo y viene al nuestro solo para recordar alguna vida pasada e intentar
recobrarla.
Cuando vienen, solo la oscuridad
los arropa. Y una que otra risa juguetona los delata, rompiendo el silencio con
carcajadas inocentes de niños que buscan divertidos, un juguete para recrear
en juegos malignos su alma extinta.
Su carrera contra el dios de la
muerte hace mucho que fue perdida, sin embargo estos niños, recelosos e
inconformes con el resultado, se apegan a aquellos que solo desean sucumbir
ante las parcas del destino. Desde un arbusto, un callejón, o tu propia sala de
estar, los niños de la noche observan y esperan a que la mirada de su víctima
se cruce con la suya, de esta manera reclamar su alma, y adherirla a su larga
lista de conquistas.
Una vez que su mirada, vacía y
sin luz se posa sobre alguien, jamás la deja ir. Se dice que estos niños velan
el sueño y siembran el miedo, susurrándole en silencio pesadillas a los
desafortunados que poco a poco van haciendo estos sueños realidad. Al sumirse
en la oscuridad, las víctimas, se debilitan progresivamente ante la insaciable
ambición de estos infantes de las sombras.
Se dice que el propio Lucifer ha
mandado a sus niños para llenar sus arcas de almas perdidas en el abismo. Dueño
del cuerpo y ahora del alma el Dios del Mal abre esta ventana y hace trampa en
el juego de ajedrez que se ha debatido desde el principio de los tiempos.
Esclavos infelices, son aquellos que terminan siendo capturados por la maldad
de los niños de la noche, que pagan sus pecados de manera prematura.
Ellos están condenados a vagar
entre dos mundos, el real y el imaginario. Nunca duermen, nunca descansan, solo
viven para ver una ilusión y alimentarse de ella. Como cazadores solo esperan a
que una mirada los ubique, dentro de un armario, o detrás de una cortina, al
final les da igual. De esta manera se llevan un botín que vale una vida.
Si en alguna ocasión se llegase a
encontrar con uno de estos niños, y éste no toma su vida, es porque
probablemente usted no sea el elegido esta vez. Sin embargo tómelo como una
advertencia, y recuerde, cada vez que camine en las sombras y se sienta
observado, no voltee, ni pierda la calma… de seguro su destino ya está sellado.